A 50 años de la Desaparición de Poderes en Hidalgo, en el año de 1975

A 50 años de la Desaparición de Poderes en Hidalgo
Anuncio de Martina y Lazos

(Las fotografías acompañan al texto publicado en la cuenta de Facebook del Cronista de Pachuca)

Hay hechos que por su importancia, aunque pase el tiempo, hay que recordar. Son aquellos que quedaron guardados en la historia política de nuestro estado y por ello ahora, vamos a presentar esta versión de hechos, del licenciado Carlos Peñafort Meza, que sin duda sentaron un precedente no solo en Hidalgo, sino en la República Mexicana.

En Hidalgo, durante la época contemporánea no se había presentado la destitución de un gobernador; tampoco la renuncia por motivos de salud, ni había sido derribado por la federación.

Es por eso por lo que año con año se recuerda el 29 de abril de 1975, en que sucedieron hechos que marcaron y cambiaron el rumbo de la historia.

Entonces, se decía que Hidalgo era totalmente priista, revolucionario; que el Partido tenía aquí su mejor trinchera; y la candidatura del doctor Otoniel Miranda Andrade, como sucesor de Manuel Sánchez Vite se había presentado “sorpresivamente”, pues éste no tenía un perfil de político, pero era el candidato del mismo Sánchez Vite.

Después de haber resultado electo Miranda, a su toma de posesión asistió el presidente de la República, Luís Echeverría Álvarez, quien en su discurso mencionó frases de gran significado como: “acabar con el caciquismo y la arbitrariedad en Hidalgo”, “el progreso de Hidalgo se dará si todos nos disponemos a destruir toda expresión de cacicazgo”.

Así, quedó de manifiesto la pugna entre Echeverría y el ex gobernador Manuel Sánchez Vite, pero Miranda Andrade dispuesto a iniciar su gobierno, procedió a integrar su gabinete principalmente con Heriberto Pfeiffer Cruz, secretario de Gobierno; César Vieyra Salgado, director de Gobernación; Abel Ramírez Acosta, Tesorero; Roberto Valdespino Castillo, Procurador de Justicia; Waldo Lechuga Traspeña, Jefe de Servicios Coordinados de Salud; Francisco Rivero Nava, Director de Educación; Prisciliano Gutiérrez Hernández, director de Turismo; Rafael Arriaga Paz, Oficial Mayor; Armando Medina Maytorena, jefe de la Policía Judicial; Alejandro Straffon Arteaga, director general de Seguridad Pública; Arturo Sánchez Jiménez, director en Obras Públicas, Hernán Mercado Pérez, jefe de prensa y relaciones públicas; y Otoniel Miranda Negrete, proveedor general de Gobierno.

En el Tribunal Superior de Justicia fueron nombrados: presidente Francisco Figueroa Rossete; magistrados Juan Manuel Delgado Díaz, Raúl Baños Lara, Ramiro Lara Arroyo y Benito Téllez Gress.

Al licenciado Carlos Peñafort Meza, quien fuera secretario Particular de Gobierno con Miranda, fue a quien tocó –como último acto del efímero gobierno, cerrar el despacho, y nos reseña lo acontecido aquel día:

“¡Ya nada se puede hacer, abandonen el edificio!, ¡Vámonos! Fueron las instrucciones del doctor Otoniel Miranda, en sus últimos instantes como gobernador constitucional del estado de Hidalgo.  Eran las 18:30 horas del 29 de abril de 1975 y casi con el llanto en los ojos, Blanquita, la secretaria privada, nos lo hizo saber a cuatro gentes que permanecíamos en la recepción del despacho, después de estar alrededor de 72 horas continuas acompañando al titular del ejecutivo estatal, en el segundo piso de palacio de gobierno.

“Ese era el desenlace de una caída anunciada por todos los medios de información nacional, que seguían de cerca las sesiones de trabajo de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que minutos antes había decretado la desaparición de poderes en el estado de Hidalgo, después de la intervención en la tribuna, del diputado federal por Hidalgo, licenciado Oscar Bravo Santos, incondicional y testaferro de Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, ante la Cámara de Diputados.

                                                       ANTECEDENTES A NIVEL NACIONAL

“La efervescencia política en el ámbito nacional, estaba en su expresión más elevada. Por el próximo cambio de titular del Ejecutivo federal, pues la mayor parte de los secretarios de Estado se consideraban con derechos para llegar a la Presidencia de la República.

Los candidatos principales, destapados previamente por el ingeniero Leandro Rovirosa Wade, entonces secretario de Recursos Hidráulicos, eran: Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación; Augusto Gómez Villanueva, secretario de la Reforma Agraria; Hugo Cervantes del Río, secretario de la Presidencia; Carlos Gálvez Betancourt, director del IMSS y José López Portillo, secretario de Hacienda y Crédito Público.

Otros “suspirantes” eran Porfirio Muñoz Ledo, secretario de Trabajo y Previsión Social; Guillermo Martínez Manatou, secretario de Salubridad y Asistencia; Luís Enrique Bracamontes, secretario de Comunicación y Transportes y otros más.

La mayor parte de los candidatos, habían ya designado sus redes de avanzada, integradas con simpatizantes y seguidores en la capital de la República y en varios Estados del país.

                                                            ANTECEDENTES A NIVEL LOCAL

En Hidalgo se había constituido un equipo encabezado por el licenciado Manuel Sánchez Vite, primero como gobernador y luego como renombrado personaje político, secundado por el doctor Otoniel Miranda, su sucesor.

La candidatura del doctor Miranda fue posible gracias a que el licenciado Sánchez Vite casi obligó a sus entonces amigos de luchas y equipo en el CEN del PRI que recién había dejado, y comprometió al titular del Sector Popular, licenciado Oscar Tapia, para que, en un acto político desarrollado en el gimnasio Presidente Miguel Alemán de Pachuca, declarara candidato de ese organismo a su compadre, avalada por el delegado del CEN del PRI en Hidalgo, Jesús Macías.

El titular del sector Obrero nada dijo, a pesar de las protestas de Celestino Salcedo Monteón, del Campesino, que era incondicional y vocero de Augusto Gómez Villanueva, secretario de la Reforma Agraria, y surge así la decisión de exaltar la candidatura de Miranda al gobierno.

Esta lucha por el poder derivó como consecuencia en un verdadero choque de trenes entre el centro de la República y el estado de Hidalgo, que culminó cuando el doctor Miranda, en su toma de posesión, el 1º. de abril de 1975, denunció ante el presidente Echeverría, la nula efectividad de los programas que la Secretaría de la Reforma Agraria ejecutaba en Hidalgo.

Echeverría se sintió ofendido por el ataque a un colaborador cercano, que tenía a su cargo hacer realidad su política agraria en el país y, desde ese momento, se dictó el destino político de Hidalgo, con la lucha por la desaparición de los poderes legítimamente constituidos.

Desde el centro trabajaron sin cuartel Mario Moya Palencia, Augusto Gómez Villanueva y Carlos Gálvez Betancourt; con sus seguidores, armaron teatrales declaraciones en contra del incipiente gobierno, montaron escenarios de abuso de poder que nunca existieron y concentraron todo el poder político y económico para derribar al gobierno recién instituido.

                                                              LA SUCESIÓN EN HIDALGO

No podemos negar que el licenciado Sánchez Vite “impuso” al “centro” la candidatura del doctor Miranda, despertando también la inconformidad de importantes personajes políticos locales, que se consideraban con serias aspiraciones y que después hicieron hasta lo imposible por deslegitimar ese gobierno.

En mi carácter de director de Prensa y Relaciones Públicas del Gobierno del Estado, dice Peñafort Meza, solicité permiso al entonces gobernador Sánchez Vite, para que me permitiera sumarme a la campaña del doctor Miranda, y con su anuencia, lo acompañé por todo el territorio hidalguense para captar las impresiones del electorado, hasta culminar con el triunfo en las urnas.

La campaña fue por demás aceptable en la mayor parte del estado, en especial en la sierra y la huasteca.

Concluido el quehacer electoral me reincorporé a mi responsabilidad de vocero de prensa, y después de la toma de posesión en Palacio de Gobierno, esperé instrucciones para mi relevo. Fue alrededor del 12 de abril cuando Miranda me pidió colaborar como su secretario particular, y de inmediato se complicaría por la serie de acontecimientos que devinieron.

Citas en la Secretaría de Gobernación, reuniones de coordinación con sus colaboradores y atención a comisiones de simpatizantes de diversas regiones del estado para plantear aspiraciones y solución de problemas, fueron las actividades primarias del doctor Miranda.  Incluso inauguró un centro de salud en Emiliano Zapata que todavía brindaba servicios a la región.

Después, se presentaron las primeras manifestaciones subversivas en contra de su gobierno, dirigidas por profesionales de la política, enviados desde el centro del país, y el doctor Miranda no quiso responder con la fuerza.  Dio instrucciones al Procurador General de Justicia y al director de Seguridad Pública, de evitar confrontaciones y de que se manifestaran públicamente.

Así, poco después de las cinco de la tarde del 29 de abril de 1975, luego de conocer el acuerdo de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión de desaparecer los poderes en Hidalgo, gente acarreada de otras entidades del país, en especial de los estados de Guerrero, Morelos, México y algunos municipios de Hidalgo, entre ellos Actopan, Ixmiquilpan y Huichapan, ocuparon la Plaza Juárez, y desde ahí, políticos resentidos, arremetieron contra su gobierno, hasta desembocar en la arenga y toma del edificio de palacio de gobierno.

                                                                       LAS ÚLTIMAS HORAS

Las últimas horas de la gestión Mirandista fueron angustiosas para él y su equipo de colaboradores, por la presión federal.

En palacio de gobierno estuvieron hasta el fin, el secretario general, el director de gobernación y, en el segundo piso, con el aún gobernador, la secretaria privada, los profesores Isidro Santiago, Donaciano Serna Leal y yo, Carlos Peñafort Meza, como secretario particular.

Se armaron escenarios teatrales en el edificio del Registro Nacional de Electores en la calle de Hidalgo, en las oficinas de la delegación de la Secretaría de la Reforma Agraria, y según se dijo, se instaló una mesa de denuncias en la Plaza Juárez, para inventar un ambiente de terror del incipiente gobierno.

Las huestes traídas de otros estados y concentradas en la Plaza Juárez de Pachuca, fueron arengadas para tomar palacio de gobierno y se volcaron hacia él como una tromba. Quebraron los vitrales de las puertas de acceso y, ante la realidad, los que aún permanecíamos en el edificio, tuvimos que abandonarlo, con la indiferencia de la turba incontrolada que, en los pasillos de palacio, no identificó a ninguno de los que estuvimos en él.  Incluso Miranda salió sin ser reconocido.

En lo particular, regresé a casa y apenas me había dado un baño cuando el doctor Miranda me habló por teléfono para pedirme regresara a palacio, para entregar las llaves de su despacho al gobernador provisional designado por la Comisión Permanente.

Cumpliendo las órdenes, volví a palacio y sin ningún obstáculo llegué hasta el despacho del gobernador.  En un acto simbólico celebrado en el mismo lugar, expliqué al licenciado Raúl Lozano Ramírez, que la última instrucción del doctor Miranda, era entregar las llaves del despacho.

Él, sin decir una palabra, casi me las arrebató para continuar recibiendo felicitaciones, y yo, -igual que el doctor Miranda-, desaparecí de la escena política de Hidalgo.

El nuevo gobernador se quedó acompañado por senadores y diputados federales comisionados; por el comandante de la 18ª. Zona Militar, general Absalón Castellanos Domínguez, y por los ejecutores del golpe de estado.

                                                 SE INICIABA UNA NUEVA ETAPA

Los contrastes de un derrocamiento y un nombramiento fueron evidentes: Otoniel Miranda Andrade –distinguido médico ginecólogo-, se fue a la Ciudad de México y continuó ejerciendo su profesión, de la que se dijo tal vez nunca debió separarse. 

Actualmente aún vive tranquilamente en Pachuca con su esposa Raquel Negrete.

Raúl Lozano Ramírez, desempeño el cargo de gobernador provisional hasta principios de septiembre del mismo año, periodo en que convocó a elecciones, donde obtuvo el triunfo el PRI y su candidato Jorge Rojo Lugo; después fue nombrado –por Luís Echeverría-, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cargo que hasta entonces habían ocupado solamente cuatro hidalguenses.

Vivió jubilado por mucho tiempo hasta que falleció, en el Ciudad de México, el 24 de febrero del año 2006, a los 95 años.

El estado de Hidalgo continuó firme en su avance, su progreso, como hasta el día de hoy. (VERSIÓN PUBLICADA POR EL CRONISTA DE PACHUCA EN SU CUENTA DE FB)

FOTOTECA

Actualmente aún vive tranquilamente en Pachuca con su esposa Raquel Negrete.

Raúl Lozano Ramírez, desempeño el cargo de gobernador provisional hasta principios de septiembre del mismo año, periodo en que convocó a elecciones, donde obtuvo el triunfo el PRI y su candidato Jorge Rojo Lugo; después fue nombrado –por Luís Echeverría-, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cargo que hasta entonces habían ocupado solamente cuatro hidalguenses.

Manuel Sánchez Vite.

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